El defensor del Pueblo de Santa Fe, Raúl Lamberto, dio inicio este viernes a la última jornada del 2° Congreso Latinoamericano de Justicia Restaurativa, que se desarrolló durante los días 30 de junio y 1, 2 y 3 de julio y fue organizado por la institución santafesina junto con la Defensoría General de Lomas de Zamora, el Consejo Superior de la Judicatura de Colombia y la Defensoría del Pueblo de Colombia.
En la ocasión, Lamberto destacó el alcance de representación geográfica y la gran participación de oyentes. “Hemos recibido innumerable cantidad de mensajes de todas partes del mundo de adhesión, de colaboración y aliento hacia esta jornada. Son mensajes muy sentidos para nosotros porque nos están acompañando instituciones muy importantes del mundo”, señaló y reflexionó: “Hemos sido vehículo de algo que la sociedad está reclamando, en todas las exposiciones surgió la insuficiencia de la pena de la justicia penal como herramienta. Queda claro que no alcanza solamente con el poder punitivo, pero con la justicia restaurativa estamos en un camino que es necesario”.
Posteriormente, se compartieron los videos con los mensajes de diferentes referentes nacionales e internacionales entre los que estaban la presidenta del Instituto Latinoamericano del Ombudsman, Cristina Ayoub Riche, el presidente de la Federación Iberoamericana del Ombudsman, Jordán Rodas Andrade, el presidente del Instituto Internacional del Ombudsman, Peter Tyndall, y la representante de la Defensoría del Pueblo de la ciudad de Buenos Aires, Dolores Gandulfo.
Tras los saludos, hizo uso de la palabra el defensor General de Lomas de Zamora, Eduardo Germán Bauche, quien agradeció a todos los participantes y expresó: “Hablar de justicia restaurativa sin pensar en el aporte que hacen las prácticas restaurativas a la cultura de paz es como dejar inconcluso el tema y por eso nos pareció importante cerrar este Congreso con el panel de enfoques restaurativos”. Tras ello dio inicio al panel de oradores.
Enfoque restaurativo, cultura de paz y contextos sociales
El expositor encargado de dar apertura formal al último panel del Congreso fue el experto del Roster de Prevención de Conflictos y Diálogo Democrático para América Latina del Programa de Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD), Cesar Rojas, quien expresó: “Vivimos una coyuntura singular, difícil, que podríamos denominar como una coyuntura insomne porque muchos de nosotros nos mantenemos con los ojos abiertos, preocupados porque hay muchos que han perdido la vida y otros se siguen infectando y esto, sin duda, nos atribula de manera especial, pero también esta coyuntura insomne nos mantiene los ojos abiertos para mirar un conjunto de inéditos, de novedades estructurales particularmente significativas”.
En este sentido, ahondó: “Nunca como ahora estamos tan abiertos a un conjunto de eventos, gracias a la red y la conexión, donde estamos con una especie de periscopio recibiendo conocimiento e información valiosísima de distintas voces y de distintas partes del mundo”.
Rojas también se refirió al perdón y señaló que este “buscar es generar una profunda alquimia humana en los seres humanos, que puedan conjurar el dolor que llevan dentro”, y culminó: “Se espera que la justicia restaurativa pueda recuperar la interioridad de esos seres humanos dañados, lastrados por el dolor y los pueda nuevamente recuperar, reponer, reparar y habilitar hacia la vida”.
Posteriormente, y continuando con el panel de expositores, hizo uso de la palabra Glaucía Foley, quien es coordinadora del Programa de Justicia Comunitaria del Tribunal de Justicia del Distrito Federal de Brasil, quien expresó: “La cultura de paz presupone cambios profundos en dos esferas, en la esfera de la justicia donde es necesario garantizar los derechos, y en la esfera política donde también es necesario transformar el patrón de dominación de poder”. Asimismo, consideró que “las prácticas restaurativas no pueden limitarse a un instrumento de humanización de la justicia penal, sino deben combinarse con una perspectiva trasformadora del conflicto y no solamente de la transformación de las relaciones personales entre las personas involucradas”, y propuso el uso de la metodología de los círculos comunitarios “que permiten un análisis colectivo de las circunstancias en que surgen los conflictos, incluidos ahí en los que se encuentra la violencia estructural y también sus posibles formas de superarlos”.
A su turno, la referente de la Defensoría del Pueblo de Colombia, Paula Robledo, reflexionó: “El escenario que nos ha planteado la pandemia nos permitió aprovechar para la producción de nuevos conocimientos a partir de un diálogo respetuoso, donde la escucha y las reflexiones sobre las prácticas restaurativas enriquecen a una red de profesionales, de académicos y de funcionarios públicos, comprometidos en interpelar la indiferencia mediante una formación orientada en valores democráticos”.
Por último, y dando cierre a los paneles de expositores del Congreso hizo uso de la palabra el Director Centro Nansen para la Paz y el Diálogo (Noruega), Alfredo Zamudio, quien señaló que “a través de la experiencia hemos ido aprendiendo cómo son los reencuentros cuando las sociedades están quebradas por los conflictos”, y profundizó: “Hablamos de reencuentros y no de reconciliación en un proceso que comienza cuando las partes entienden que la historia quebrada se puede reconstruir y esto sucede en el momento que se da una verdadera escucha del otro”, y culminó: “De este modo se produce el diálogo que construye confianza y repara el daño”.
Al final de su alocución, rememoró una experiencia que tuvo en África en la que participaron algunos jeques y, con el objetivo de evitar la tala indiscriminada de árboles, ubicó en el centro de la reunión el tronco de un árbol añoso que había encontrado y preguntó si podían contar todos los anillos del tronco. Al llegar a los 150 anillos explicó que esos eran los años de vida del árbol y que seguramente ese espécimen había dado sombra a sus abuelos. “A través de esa experiencia emotiva logramos comenzar un proceso de concientización”, rememoró.
Luego de ello tuvo lugar la lectura de las conclusiones del Congreso, que estuvo a cargo de la coordinadora de Relaciones con los Ciudadanos de la Defensoría del Pueblo, Eleonora Avilés y de la representante de la Defensoría General de Lomas de Zamora y del Ministerio Público de la Provincia de Buenos Aires, María de los Ángeles Pesado Riccardi.
Compartiendo Miradas y Experiencias
Anteriormente, en la mañana del viernes, se había llevado a cabo, con la coordinación de Mariana Apalategui, responsable del área de Mediación, Resolución Alternativa de Conflictos Penales y Justicia Restaurativa del fuero de Responsabilidad Penal Juvenil de Lomas de Zamora, el último panel de Compartiendo Miradas y Experiencias, bajo la consigna “Políticas públicas y prácticas restaurativas en la justicia penal juvenil”.
El primero en tomar la palabra fue Martiniano Terragni, de la Fiscalía General de Política Criminal, Derechos Humanos y Servicios Comunitarios en el Ministerio Público Fiscal de Argentina. “Quiero celebrar el esfuerzo de la organización en pos de lograr una cultura de la paz y trabajar en procesos de justicia que se alejen de la justicia tradicional”, señaló el también profesor universitario, quien pidió: “Hay que evitar el reduccionismo que ha tenido la justicia juvenil en los últimos veinte años que implica centrarse en desde cuándo castigar a un niño y hasta cuándo hacerlo”. Asimismo, definió tres complejidades que debe abordar la justicia restaurativa: perspectiva de género, multiculturalidad y abordaje interdisciplinario. “Es un desafío a futuro tener en cuenta la perspectiva de género, que es un colectivo invisibilizado en la justicia tradicional”, abundó.
Por su parte, Celia María Oliveira Passos, del Instituto de Soluciones Avanzadas de Brasil, se refirió a cómo concebir la justicia restaurativa con una visión a lo largo del tiempo y para ello lo dividió en cuatro olas: vista lineal, vista sistémica, vista holística y visión integrativa. “La justicia restaurativa invita a reflexionar sobre la construcción de relaciones en las dimensiones personal, institucional y social. Son tres ejes que nos ayudan a actuar siguiendo los principios y valores de la justicia restaurativa”, agregó la miembro del Foro Permanente sobre Mediación y Prácticas Restaurativas del Tribunal de Justicia de Río de Janeiro
A su turno, Marcela Kern, de la Defensoría de Responsabilidad Penal Juvenil del Ministerio Público de la provincia de Buenos Aires, reseñó: “Desde año 2016 empezamos a hacer, casi sin darnos cuenta, justicia restaurativa con los adolescentes. Hoy considero que esta no solo es una herramienta indispensable para alcanzar acuerdos, sino también para un proceso de sanación individual de los jóvenes”. Y luego abundó: “Realizamos nuestra tarea enseñando a desarrollar la inteligencia emocional a los adolescentes y lo hacemos con las 10 habilidades para la vida que recomienda la Organización Mundial de la Salud. Lo más importante con los adolescentes tiene que ver con la escucha”. Para finalizar, mostró un video con actividades, modalidades de trabajo y sus resultados.
Luego fue el turno de Mariela Prada, defensora de Responsabilidad Penal Juvenil y profesora de Universidad Nacional de Lomas de Zamora, quien se refirió a prácticas interdisciplinarias en red en el sistema de responsabilidad penal juvenil con enfoque restaurativo. “Para quienes vivencian un acto disvalioso las prácticas restaurativas son un antes y un después”, evaluó. Y luego sentenció: “Cuando la gente dice que no hay justicia es porque la justicia tradicional no está dando las respuestas que los hombres y mujeres necesitan. No podemos continuar intentado responder con nociones jurídicas y matemáticas a un problema social”. En referencia a la interdisciplinaridad, señaló que en su área capacitan a los municipios y a la vez reciben capacitación de ellos, que luego los convoca para la contención de los jóvenes.
Posteriormente tomó la palabra Lácidez Hernández, de la Confraternidad Carcelaria de Colombia, quien relató el trabajo que se realiza en los penales con los condenados por hechos violentos en esa nación signada por los conflictos armados. “La Confraternidad se inspira en la justicia restaurativa. En Colombia ha costado llevar adelante un proyecto de paz, de diálogo y de respeto a los derechos humanos. La violencia ha sido cíclica. Simplemente cambia de rostro. Y en este contexto es que nace la iniciativa en el año 2004 de aplicar la justicia restaurativa en las cárceles del país. Las cárceles son el reflejo de este contexto violento”, dijo, para luego detallar cómo es la metodología que implementa la institución: “Ayudamos a encontrar las víctimas de violencia con sus perpetradores. La justicia restaurativa ayuda a romper los círculos del crimen y a construir una cultura de la paz que mejore a nuestras sociedades”.
Finalmente, Mónica Contreras Cabrera, coordinadora Nacional Unidad de Mediación de la Superintendencia de Educación de Chile, contó su experiencia en el proyecto piloto de mediación penal juvenil de ese país, que está siendo usado como aporte para la reforma en la ley de responsabilidad penal adolescente. También se refirió a la importancia de las comunidades en el proceso de la justicia restaurativa. “La perspectiva comunitaria de la justicia restaurativa no es nueva. Nuestras prácticas tienen que estar enlazadas con las comunidades más amplias y, en ese sentido, propongo introducir los elementos rituales de las comunidades”, reflexionó, y concluyó: “La justicia restaurativa en Latinoamérica y el elemento comunitario están en evolución y tienen que tomar un camino propio y diferente, teniendo en cuenta un aspecto más social y político. En Latinoamérica hay muchas injusticias sociales y la justicia restaurativa debe ser capaz de dar respuesta en este contexto”.