11/12/2013

El defensor del Pueblo de Santa Fe se refirió a los 30 años de la democracia en la Argentina: "La convivencia requiere cauces racionales para la conflictividad social"

“Mientras el mundo hoy se reúne en Sudáfrica para despedir a Nelson Mandela, convertido ya en uno de los íconos más nítidos de la reconciliación y la democracia mundial del siglo XX, en nuestro país se celebra el período más largo ininterrumpido del imperio del estado de derecho" expresó Edgardo Bistoletti

“Mientras el mundo hoy se reúne en Sudáfrica para despedir a Nelson Mandela, convertido ya en uno de los íconos más nítidos de la reconciliación y la democracia mundial del siglo XX, en nuestro país se celebra el período más largo ininterrumpido del imperio del estado de derecho. Fue el líder muerto quien enseño que el honor no está en caerse sino en levantarse y resistir. Sirva la paráfrasis para homenajearlo en su despedida y para poner de manifiesto que una vez más, a 30 años de iniciada, la democracia argentina se enfrenta a riesgos y sobreviene sino más robusta, más sabia y experimentada”.

Así reflexionó esta tarde el Defensor del Pueblo de la provincia, Edgardo Bistoletti, a propósito de la fecha que, además, para las Defensorías –en tanto organismos de protección de derechos- representa una de sus más caras efemérides: la celebración del Día Internacional de los Derechos Humanos instituido por Naciones Unidas.

“Que feliz coincidencia tuvo presente de crear el doctor Raúl Alfonsín al decidir clausurar para siempre el reinado del autoritarismo y avasallamiento institucional sellando con una impronta netamente argentina esta fecha de celebración mundial. Y más optimistas nos torna hoy, sin que perdamos por ello de vista los pendientes históricos que todavía subsisten, la circunstancia de que tres décadas después persista por encima de las disidencias más profundas la coincidencia fraternal de que la argentina será democrática o no podrá ser”.

Como dice con maestría y precisión la doctora Alicia Pierini, Ombudsman de la ciudad de Buenos Aires, ”la democracia no es el caos ni el viva la pepa, sino que la convivencia requiere cauces racionales para la conflictividad humana. Cuando un conflicto no se gestiona tiende a escalar y se expresa en violencia. El diálogo y el respeto son los instrumentos de la paz, y ésta es esencial para la salud del estado de derecho. La democracia y sus libertades incluyen la normal existencia de conflictos. Prevengamos acerca de la acumulación cuantitativa de desorden y agresiones porque pueden producir conversión regresiva en materia de libertades democráticas. Esas libertades son las que se recuperaron hace 30 años y son inescindibles del concepto de democracia y dignidad humana. Por eso, hoy se necesitan constructores de cauces, promotores de diálogos, difusores de respeto humano y ecológico, militantes de la cultura del encuentro. Para que los próximos años sean de convivencia y garantía de los derechos de la democracia”.